Ya sé, me van a decir «y qué pasa con los fanáticos del ministro de Economía del 150% de inflación, no hay nafta, el dólar a mil pesos».
Vamos por partes. Me refiero, en primer lugar, al fanatismo de la propia oposición. Comenzando por Mauricio Macri, principal líder de la más grande coalición opositora, que impulsó a la peor candidata que tenía: Patricia Bullrich.
¿Quiénes votaron a Bullrich? Los macristas fanáticos, porque Larreta les parecía «muy tibio».
Con Bullrich fuera de carrera, quedó, entonces, Javier Milei. Ahí fue corriendo Macri, aunque todos sabemos que ya lo venía trabajando tras bambalinas.
¿Qué tenemos ahora? Un pésimo candidato, que se pone nervioso, que se contradice, que dolarizar sí, que dolarizar no, que Federico Sturzenegger que era «un chorro» ahora va a ser parte de su equipo económico. Educación pública sí, educación pública no…
Ponen en debate cuestiones como la creación de un mercado de órganos, y utilizan ejemplos que refieren a pederastas para hablar de cuestiones políticas.
La candidata a vice, Victoria Villarruel, se metió con la defensa de la última dictadura. Es decir: se están metiendo con cosas jodidas.
Aún así, a pesar de todo, el voto antiperonista se está concentrando en Milei. Fanáticamente, van a sufragar por un tipo en el que, cuando rascás un poco, mucho no confían.
El fanatismo explica que Milei siga en carrera.
La oposición tenía la elección más fácil que yo recuerde: solamente tenían que empujar la pelota adentro del arco. Pero decidieron ir con Bullrich, y ahora con el que se pone nervioso y agresivo ante cualquier desaire.
Los 24 participantes compitieron por primera vez por el liderazgo y ya se sabe quiénes pelearán por el premio. Comenzó Gran Hermano y está más picante que nunca. Santiago del Moro presentó a...