
¿Desaparecer sin aviso? El dolor es real
El ghosting activa los mismos circuitos cerebrales que el dolor físico. “No es baja autoestima, es dolor emocional auténtico”, afirma Antonini. El rechazo impacta directamente en nuestra necesidad de pertenencia.
Redes sociales: amplificadoras del vacío
Antes, alguien podía irse y simplemente no había forma de contactarlo. Hoy, la ausencia digital es notoria. Ver que alguien nos ignora intensifica el rechazo y deja al otro en estado de confusión y frustración.
Falta de empatía, no patología
Antonini remarca que este comportamiento no es una enfermedad mental, sino una falta de responsabilidad afectiva y madurez emocional. “Desaparecer es señal de que el otro no importa”, sostiene.
Expectativas y “mentiras emocionales”
Muchas veces el ghosting ocurre después de citas llenas de halagos y aparente conexión. Pero lo dicho no era genuino, sino una actuación momentánea. Para prevenir el daño, se aconseja moderar las expectativas iniciales.
¿La solución? Un cierre respetuoso
Una alternativa saludable al ghosting es la honestidad: “Gracias, la pasé bien, pero no quiero seguir saliendo”. Este simple gesto evita el dolor y permite cerrar ciclos con dignidad.