Una de las peores campañas presidenciales, donde hasta se puso en riesgo el pacto democrático.
Esto a partir de las declaraciones sobre la dictadura militar por parte de Javier Milei y su vice, Victoria Villarruel.
El negacionismo no fue parte nunca del discurso de alguien con serias posibilidades de gobernar los destinos del país. Había algunos Gómez Centurión y demás, pero siempre se trató de candidaturas marginales.
Y en el marco de esta mala campaña, Patricia Bullrich parece esmerarse por ser la peor. Realmente fue la perdedora del debate, quedó a las claras cuando ni el propio Juntos por el Cambio fue contundente a la hora de realzar la figura de su candidata. Ella misma tuvo que salir a decir que «estaba enferma».
Ahora lanzó esto de que quiere «escuchar lo que hablan los detenidos con sus abogados». Que no solo está prohibido en Argentina, no creo que haya lugar del mundo donde se permita.
Se la ve peor, inclusive, que cuando fue ministra de Seguridad o en aquel Gobierno de De La Rúa.
Veremos qué pasa en el debate del próximo domingo. El primero fue bastante aburrido, acartonado, y las propuestas fueron escasas. Las que aparecieron luego, encima, resultan irrisorias. Como la de la inefable Patricia.
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